En muchas empresas, la transformación digital se ha ido realizando gradualmente a lo largo de los años, a veces como resultado de una necesidad urgente. Pero debido a la pandemia COVID-19, la velocidad de cambio necesaria nunca había sido tan alta. La pandemia ha afectado a casi todas las empresas, obligándonos a trasladarnos de la oficina a nuestras casas, teniendo que aprender a colaborar a distancia y a apoyar las necesidades de los clientes, que también han tenido que verse modificadas de manera inmediata.
Hay una característica determinante que distingue a las empresas que están consiguiendo innovar y dar un paso adelante, frente a las que se están quedando atrás que no es otra que las que están siendo capaces de abordar los cambios –planificados o no– están utilizando metodologías ágiles.
Las empresas que se están manteniendo al día con las necesidades de cambio actuales, es debido a la velocidad con que son capaces de adaptar y modificar las aplicaciones según las necesidades de sus clientes. Venimos de un escenario en el que se necesitaban varios meses, incluso años, para modificar una aplicación o software determinado. Ahora, gracias a las metodologías de desarrollo ágil, las PaaS y las plataformas low-code, muchas empresas están siendo capaces de reducir sus tiempos de desarrollo drásticamente, pudiendo conseguir resultados operativos incluso en cuestión de semanas.
Otro factor de éxito es que, además de adaptar y modificar aplicaciones ya existentes, también están siendo capaces de continuar trabajando en nuevos proyectos e innovaciones tecnológicas, frente a las que se están quedando atrapadas en los mantenimientos, reparaciones y modificaciones de aplicaciones ya existentes. De esta manera no solo pueden dar salida de manera más ágil y efectiva a sus clientes actuales, sino continuar aumentando su cartera de proyectos y clientes y con ello su capacidad de crecimiento.
También distingue a las empresas que se mantienen al día, el hecho de que estén pudiendo centrarse más en sus clientes cuando diseñan los proyectos, asegurándose de que las aplicaciones software que están diseñando disponen de una interfaz y de una experiencia de usuario realmente útil, práctica y usable para sus destinatarios. Poder poner el foco en el usuario, en la usabilidad y por tanto en la interfaz de las aplicaciones repercute en la calidad final de las mismas.
Y es que ya acabando 2020, acercándonos al 2021, las empresas necesitan probar nuevas vías además de la programación tradicional. Es necesario que los departamentos de desarrollo de software comiencen a adoptar nuevas herramientas y plataformas de desarrollo que les ayuden a construir aplicaciones de manera mucho más ágil y rápida que hasta ahora.